En
el año de 1641 muere en Londres el pintor flamenco Antonio van Dyck,
quien es considerado el padre de escuela de la pintura holandesa. De
estilo refinado y elegante, logró la creación del llamado “retrato
inmortal” que se convirtió en modelo para la pintura occidental.
En el panorama del siglo XVII flamenco, Van Dyck es el pintor más destacado después de Rubens,
con quien no rivalizó porque ambos artistas se movieron en campos
distintos: mientras el último se centró sobre todo en la pintura
religiosa y mitológica (aunque cultivó todos los géneros), Van Dyck se
especializó en el retrato, y por sus retratos se le recuerda, a pesar de
ser también autor de otro tipo de obras.
La estancia en Italia influyó en la evolución de su estilo, que se hizo
menos barroco, de composición más clasicista. Gozan de merecida fama
los numerosos retratos que realizó de los aristócratas genoveses, a los
que muestra como hombres orgullosos y seguros de sí mismos, a veces en
interiores y a veces sobre fondos de paisaje. De su estancia en Italia
se conserva también un interesante álbum de esbozos, que recoge sus
impresiones del país.
De sus primeros años en Amberes datan los poderosos dramas religiosos La
Coronación de espinas, El Prendimiento de Cristo y La serpiente de
metal, así como la lírica imagen de los Desposorios místicos de santa
Catalina. Están también el estudio de San Jerónimo penitente (1618-1620)
y la conmovedora Piedad (1620). Santa Rosalía fue pintada en Palermo.
El retrato de cuerpo entero de Policena Spínola, marquesa de Leganés,
hija de Ambrosio Spínola, el comandante en jefe de las fuerzas españolas
en los Países Bajos, fue pintado hacia 1626 en Génova. Los retratos El
pintor Martin Ryckaert, El músico Enrique Liberti, El grabador Paul du
Pont? y el joven con un archilaúd datan de alrededor de 1630, tras el
regreso de Van Dyck de Italia a Amberes; el del príncipe Federico
Enrique de Nassau, de su breve paso por La Haya en 1631.
El conde
Enrique de Bergh era uno de los generales flamencos al servicio de
España, y el pintor lo retrató poco antes de partir para Inglaterra en
1632. El cardenal-infante don Fernando de Austria posó para él durante
la estancia en Flandes de 1634-1635. En Londres están ejecutados el
notable retrato doble del propio pintor con su buen amigo el cortesano
católico Endymion Porter, el de Diana Cecil, condesa de Oxford, y la
imagen, de soberbia vivacidad, de la mujer del pintor, María Ruthven, y
dama de compañía de la reina.
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