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martes, 28 de octubre de 2014

1771 nace en Caracas, el pedagogo, pensador y escritor de grandes obras de contenido histórico y sociológico, Simón Rodríguez.


En 1771 nace en Caracas, el pedagogo, pensador y escritor de grandes obras de contenido histórico y sociológico, Simón Rodríguez.

Pionero en la implementación de nuevos métodos de docencia, fue uno de los intelectuales latinoamericanos más importantes de su tiempo, destacándose por su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana, conocimiento que posteriormente trasmitió a Simón Bolívar, al desempeñarse como su maestro y mentor.

Tras la muerte de Bolívar, el maestro siguió viajando hasta muy avanzada edad por Chile, Ecuador, Colombia y Perú, donde finalmente murió a los 83 años en el humilde pueblo de Amotape.


Rodríguez postula la Escuela Social, a la cual debían asistir todos los párvulos, indiferentemente de su procedencia social. Se trata de una escuela que da a todos igualdad de condiciones para el aprendizaje: todos los niños de la República recibirán el mismo programa, se alimentarán en el horario de de la escuela y ejecutarán las mismas labores manuales e intelectuales.

Esa visión exige la extinción de circunstancias oprobiosas como la esclavitud y las costumbres reverenciales originadas en la Colonia, como aquella que obligaba a peones y esclavos inclinar su cabeza cada vez que se topaban con un mantuano, o prohibirles transitar por la Plaza Mayor. 

Así, Simón Rodríguez construye un discurso que acomete el foco ideológico de la desigualdad, al someter a juicio dos fundamentos del orden establecido: la libertad personal y el derecho de propiedad. La primera se alega, según Robinson, “para eximirse de toda especie de cooperación al bien general (…) para vivir independientes en medio de la sociedad. el segundo para convertir la usurpación en posesión”.

EL HOMBRE MÁS EXTRAORDINARIO DEL MUNDO”

“… Sin duda es usted el hombre más extraordinario del mundo. Podría usted merecer otros epítetos, pero no quiero darlos por ser descortés al saludar a un huésped que viene de un viejo mundo a saludar al nuevo; sí, a visitar su patria que…que tenía olvidada, no en su corazón, sino en su memoria.

Nadie más que yo sabe lo que usted quiere a nuestra adorada Colombia ¿se acuerda usted cuando fuimos juntos al Monte Sacro en Roma a jurar sobre aquella tierra santa la Libertad de la Patria? Ciertamente no habrá olvidado aquel día de eterna gloria para nosotros, día que anticipó, por decirlo así un juramento profético a la misma esperanza que no debíamos tener.

¡Usted maestro mío, cuánto debe haberme contemplado…a tan remota distancia; con qué avidez habrá seguido usted mis pasos dirigidos muy anticipadamente por usted mismo! Usted formó mi corazón para la Libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido por el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto, aunque sentado sobre una de las playas de Europa…” [SIMÓN BOLÍVAR, Carta a Simón Rodríguez; Pativilca del 8 de diciembre de 1823]

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