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miércoles, 30 de julio de 2014

Entonada por primera vez La Marsellesa en París.




En 1792 soldados voluntarios procedentes de Marsella, Francia, llegaron a Paris para consolidar el orden revolucionario, cantando una marcha que inmediatamente se hizo popular bajo el nombre de La Marsellesa.

Fue escrito y compuesto el 25 de Abril de 1792 por el poeta, músico y capitán de ingenieros Joseph Rouget de Lisle, quien fue convocado, tras estallar en parís la guerra contra Austria, para que compusiera un himno patriótico para el ejército del Rhin. El canto revolucionario se fue propagando rapidamente por el país hasta llegar a ser declarado, en Julio de 1795, Himno Nacional de Francia, actualmente considerado el himno más hermoso del mundo, ganando varios premios a nivel mundial por su letra y música.


El primer aspecto es la precocidad de su nacimiento, pues fue escrita en plena Revolución Francesa. El segundo es precisamente ese ámbito revolucionario. Su letra es una letra de combate en plena guerra presentada como una guerra entre los oprimidos y los opresores. La Francia a la que apela, y está es la gran diferencia con otros himnos, es la Francia de los oprimidos. Francia y la Humanidad, su continuación lógica , son sólo y únicamente los oprimidos. La nacionalidad que surge se basa en la pertenencia a la Revolución y no en el lugar de nacimiento.

Para el movimiento revolucionario europeo de la primera mitad del siglo XIX, la Marsellesa era el canto de combate. Burgueses, obreros, lumpen urbano y campesinos caminan juntos en Varsovia, en Bruselas, en Hamburgo o en Milán y todos cantan la Marsellesa. Hasta 1848 la unidad revolucionaria se hace bajo la canción de Rouget de Liste. Los communards de la desgraciada Comuna de 1871 morirán cantando la misma canción que los soldados que les fusilaban.

Marchemos, hijos de la patria,
ha llegado el día de la gloria
el sangriento estandarte de la tiranía
está ya levantado contra nosotros  (bis)
¿ No oís bramar por los campos
a esos feroces soldados?
vienen a degollar
a nuestros hijos y a nuestras esposas

¡ A las armas, ciudadanos! ¡ Formad vuestros batallones! Marchemos, marchemos, Que la sangre impura Empape nuestros surcos.
¿ Qué pretende esa horda de esclavos,
De traidores, de reyes conjurados?
¿ Para quién son esas innobles trabas
y esas cadenas
Tiempo ha preparadas? (bis)
¡ Para nosotros, franceses ! Oh, qué ultraje ! (bis)
¡ Qué arrebato nos debe excitar!
Es a nosotros a quienes pretenden sumir
De nuevo en la antigua esclavitud

¡ Y qué ! Sufriremos que esas tropas extranjeras
Dicten la ley en nuestros hogares,
Y que esas falanges mercenarias
Venzan a nuestros valientes guerreros? (bis)
¡ Gran Dios ! Encadenadas nuestras manos,
Tendríamos que doblegar las frentes bajo el yugo!
Los dueños de nuestro destino
No serían más que unos viles déspotas.

¡ Temblad ! tiranos, y también vosotros, pérfidos,
Oprobio de todos los partidos!
¡ Temblad ! Vuestros parricidas proyectos
Van al fin a recibir su castigo. (bis)
Todos son soldados para combatiros.
Si perecen nuestros héroes.
Francia produce otros nuevos
Dispuestos a aniquilaros.

¡ Franceses, como magnánimos guerreros
Sufrid o rechazad los golpes !
Perdonad estas pobres víctimas
Que contra su voluntad se arman contra nosotros.
Pero esos déspotas sanguinarios,
Pero esos cómplices de Bouillé,
Todos esos tigres que, sin piedad,
Desgarran el corazón de su madre …

Nosotros entramos en el camino
Cuando ya no existan nuestros mayores ;
Allí encontraremos sus cenizas
Y la huella de sus virtudes. (bis)
No estaremos tan celosos de seguirles
Como de participar de su tumba ;
¡ Tendremos el sublime orgullo
De vengarles o de seguirles !

¡ Amor sagrado de la patria,
Conduce y sostén nuestros brazos
vengadores !
¡ Libertad, libertad querida,
Pelea con tus defensores (bis)
¡ Que la victoria acuda bajo tus banderas
Al oír tus varoniles acentos !
¡ Que tus enemigos moribundos
Vean tu triunfo y nuestra gloria !